Veintitrés de abril, día del libro
- Marcela Fernández
- 23 abr
- 2 Min. de lectura
Como cada veintitrés de abril, lectores de todo el mundo saldrán hoy a la calle buscando nuevas páginas en las que sumergirse, nuevas conversaciones que puedan iniciarse, tanto en el interior de un nuevo libro como fuera de él. Otros, si encuentran el tiempo, se sentarán cómodamente en su sofá a leer en silencio, rememorando los primeros cuentos que en su infancia les descubrieron el placer de la palabra. Otros, si lo prefieren, entregarán libros envueltos en papeles de colores a sus seres queridos, esperando que disfruten de una lectura que a ellos les ha apasionado antes. Celebramos, todos nosotros, una pasión en común: la lectura. La lectura, siempre comprendida como acción silenciosa, solitaria, relegada al espacio del hogar, se convierte en un evento compartido que queremos conmemorar, compartir con los demás, convertir en espacio común.
Esta fecha fue elegida por la UNESCO en 1995 como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, y no es casual: el día del libro recuerda y evoca la muerte de grandes autores, como Miguel de Cervantes o William Shakespeare. Es una fecha señalada en la que se celebra la cultura, la escritura y la lectura a nivel mundial. En España, concretamente en Cataluña, se conoce también como el Día de Sant Jordi, patrón de Cataluña. La historia cuenta que, hace muchos siglos, en un reino lejano —según algunas versiones, en la zona de Montblanc—, vivía un terrible dragón que tenía atemorizados a todos los habitantes. Para evitar su furia, el pueblo le ofrecía cada día un sacrificio: primero animales, luego personas elegidas al azar. Un día, el destino eligió a la princesa del reino. La llevaron con tristeza a la cueva del dragón, pero, justo cuando estaba a punto de ser devorada, apareció un valiente caballero, Sant Jordi, montado en su caballo blanco. Con su lanza, el valiente caballero luchó contra el dragón y lo venció. De la sangre del dragón brotó una rosa roja, que Sant Jordi regaló a la princesa.
En nuestros días, seguimos viendo en este día una fiesta muy popular, como un punto medio entre San Valentín y una feria literaria. En muchos países, se regalan flores, además de libros. Se homenajea a los grandes autores, pero sobre todo se celebra el hábito de la lectura o, más bien, el papel de la lectura en nuestras vidas. Es un espacio de intercambio, de conversación. Es, en definitiva, una fecha sentida para todos los que hacemos de los libros nuestra profesión, de alguna manera. Editores, escritores, agentes y profesionales de todo tipo lo marcamos en nuestro calendario con el rojo más llamativo que tenemos a mano. Pero, por encima de todo —y antes de todo— es un día para los lectores, porque todos nosotros fuimos y somos, antes de todo, lectores. Es la lectura lo que nos une.
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